Las olas
El vivir en un pueblo, que prácticamente es tranquilo y sin acceso al mar, hace qué cosas tan simples como ver una ola a lo lejos sea algo magnífico, algo sin presedente alguno, o hace que el poder ver un atardecer sin edificios que "estorben" sea como tener la octava maravilla del mundo frente a nuestros ojos, es inexplicable la sensación de sentir la arena tibia bajo nuestros pies descalzos que aunque sentida muchas veces cada vez asombra incluso más que la primera
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